Hoy en día, el francés es hablado en cinco de los continentes, es el idioma oficial en 29 naciones independientes y es extraoficialmente el segundo idioma en más de 30 países. ¿Cómo llegó el francés a estos lugares? ¿Siempre estuvo ahí? ¿Cuánto cambió con el tiempo?

Como sucede con muchos otros idiomas, incluso con el inglés, la historia del francés es una historia de conquista, mezcla de culturas y estandarización, y geografía, poder político y prestigio como factores importantes. ¡La aventura te espera! *On y go!* (“¡Vamos!”, en una mezcla de francés e inglés 😉)

Ilustración de monumentos icónicos de Francia


Il était une fois… (Había una vez…)

En el año 800 a. C., en lo que ahora es Francia, vivían y trabajaban tres grupos en territorios vecinos, cada uno con su idioma: los ligures (en Provenza, en el sudeste de Francia) que hablaban ligur, los íberos (en Languedoc, en el sur del centro de Francia) que hablaban ibérico y los aquitanos (en el sudoeste de Francia) que hablaban vasco. Ninguno de estos grupos era indoeuropeo, el idioma que era ancestro en común de los idiomas que se hablaban en la mayor parte de Europa y Asia, pero pronto un gran número de individuos aparecería con una gran variedad de idiomas indoeuropeos que se mezclaron, compitieron y eventualmente reemplazaron a esos idiomas originales. Los grupos más influyentes fueron:

  • Los galos (800 a. C. - 500 d. C.)
  • Los romanos (121 a. C. - siglo V)
  • Un número de tribus germánicas (siglo II - siglo VI)
  • Los vikingos (siglo IX - siglo X)

Los galos

A menudo, los franceses repiten la frase *Nos ancêtres, les Gaulois* "Nuestros ancestros, los galos" al hablar sobre su herencia cultural y lingüística, pero su influencia fue de hecho bastante limitada. Los galos fueron un grupo de tribus celtas de lo que hoy es Alemania que cruzaron al noreste de Francia, trayendo con ellos su idioma celta (el galo), que *era* indoeuropeo. A pesar de que es una lengua muerta, el galo está en el mismo árbol familiar de otros idiomas celtas que todavía se hablan hoy en día, como el gaélico escocés, el irlandés y el bretón (en el noroeste de Francia).

Los galos no dejaron mucho en términos de idiomas, pero todavía pueden encontrarse rastros en el francés actual, si buscas con atención. En el francés continental estándar, la palabra para 80 es “cuatro veintes” (*quatre-vingts*, es decir, 4 x 20). ¡Si quieres agradecerle a alguien por ese sistema alocado, es a los galos! Los celtas tenían un famoso sistema de conteo *vigesimal* ("con base en el número 20"): en lugar de usar el 10 como base para contar, usaban el 20 (¡para contar con los diez dedos de las manos y de los pies!). Otras variedades del francés, como las que se usan en Suiza y Bélgica, en cambio, usan el sistema latino que se basa en el número 10: su palabra para 80 es “ocho diez” (*huitante* o *octante*, es decir, 8 x 10).

Los romanos

Fue precisamente durante el apogeo del galo que los romanos, liderados por Julio César, aparecieron y anexaron Galia en medio de su expansión y rápida conquista. Cuando el Imperio romano dominó el lugar alrededor del 121 a. C., se esperaba que todos tomaran el idioma de aquellos en el poder: el latín. Los niños que nacieron durante este período hablaban galo en casa y latín con el resto de la comunidad, pero al crecer, el latín se había convertido en el idioma dominante. Hacia fines del siglo VI, el galo había sido reemplazado completamente en Galia, excepto en pequeños pueblos.

Las tribus germánicas y los vikingos

A medida que el Imperio romano se expandía hacia el norte y oeste a través de lo que hoy es Francia durante los siglos II y VI, los invasores germánicos (incluidos los francos, visigodos, borgoñones y los alamanes) empezaron a aparecer en masa desde el norte y este. Todo este pánico germánico tuvo un efecto duradero en el vocabulario francés (en especial, el vocabulario asociado a la guerra, la vida agrícola y los colores) y su pronunciación. Dos de los más grandes cambios fueron la inclusión de una nueva vocal, la schwa, y la *reintroducción* del sonido “h”, como en *heaume* (“casco”) y *heron* (“garza”), que habían desaparecido en la pronunciación original del latín. Esta no sería la única vez que hablantes de lenguas germánicas entrarían por la fuerza a Francia: los vikingos hicieron su *entrée* en los siglos IX y X, estableciendo eventualmente el Ducado de Normandía (que obtuvo este nombre del escandinavo *nordmand*, “hombre del norte”) y trayendo con ellos vocabulario sobre náutica y nombres de varios lugares.

El francés emerge como el idioma nacional

El primer texto en francés

El primer texto en francés que puede ser identificado emerge en el 842 d. C., escrito en el monumental evento conocido como los Juramentos de Estrasburgo. En ese entonces, los tres nietos de Carlomagno se encontraban compitiendo por el control del imperio: Lotario, el heredero oficial, tenía dos hermanos menores que querían reinar en su lugar: Luis el germánico, quien hablaba alemán con sus ciudadanos y Carlos el calvo, quien hablaba la constante versión en evolución de lo que había sido latín. Como si se tratara de un reality show, Carlos y Luis hicieron un juramento público cada uno en contra de su hermano Lotario en el idioma del otro para que los otros soldados no pudieran entenderlo (¡Este habría sido un gran TikTok! #juramento #hermanos #germánicos #romance #francésvoilà #quiénteconocelotario). Los juramentos no tuvieron mucha importancia política después de que el Tratado de Verdún dividió el imperio entre los tres hermanos, ¡pero les encantan a los lingüistas porque constituyen los textos franceses más antiguos de los que se tiene registro!

Uno de los dialectos del francés se vuelve el estándar

Todos estos cambios a lo largo de los siglos culminaron con la separación de Francia en tres grupos de dialectos principales diferentes que reflejaban los grupos culturales y lingüísticos de cada lugar: el grupo de dialectos *Oïl* (se pronuncia ¡OY!) del norte, el *Oc* del sur y el *Francoprovençal* en el centro-este. *Oïl* y *Oc* parecen nombres de bandas musicales geniales, pero en realidad eran las palabras para “sí” en cada uno de los dialectos (¡cognados del *oui* del francés estándar!)

De hecho, el período entre los siglos V y XII suele conocerse como el apogeo de los dialectos: cada pueblo tenía su propia variedad y el único lugar en el que podías encontrar algo de uniformidad era en las ciudades de mercados, donde personas de diferentes lugares se reunían e intentaban comunicarse lo mejor posible para poder hacer negocios. Fue durante este período que París pasó a ocupar el primer lugar entre estas ciudades de mercado, no porque podía conseguirse allí el bolso del diseñador de moda, sino porque estaba ubicado cerca de tres cuerpos de agua diferentes, estaba cerca de numerosas zonas agrícolas fértiles y era el centro del mundo literario apoyado por la Corte real . Hacia fines del siglo XII, ya se recomendaba no usar la variedad dialectal de tu región para favorecer el avance de la variedad que se hablaba en París.

No fue sino hasta 1539, con la Ordenanza de Villers-Cotterêts, que se obligó legalmente a que el francés reemplace al latín y los dialectos en la documentación administrativa. Esta declaración hizo que esta rama del latín fuera legítima y tan digna de prestigio como el latín, por lo que también allanó el camino para que las publicaciones científicas y literarias se imprimieran en francés. Este uso a gran escala del francés condujo a una gran serie de innovaciones lingüísticas:

  • La doble negativa (de dos partes): *je ne marche pas* “yo no doy un paso”, *je ne bois goutte* “yo no bebo una gota”, *je ne mange mie* “yo no como una migaja”. ¿Puedes adivinar cuál se terminó convirtiendo en la forma negativa para todos los verbos?
  • Nuevas palabras de otros idiomas: *académie* del griego “academia”, *colombe* del latín “paloma”, *bizarre* del español “bizarro” y *bagatella* del italiano “bagatela”
  • El nacimiento de la *liaison*: es una regla de pronunciación según la cual todas las consonantes del final de una palabra no deben pronunciarse a menos que les siga una vocal. Entonces, hoy en día, en *les maisons* (“las casas”), *les* se pronuncia sin la “s”, pero en *les amis* (“los amigos”) la “s” se pronuncia como una “z”. Esta regla moderna ha cambiado desde el 1600, pero la *liaison* continúa siendo una parte importante de la pronunciación del francés.

El idioma nacional y la Academia Francesa

En el siglo XVII, la gran mayoría de las personas que vivía en Francia todavía hablaban las variedades regionales del idioma (desde el latín al germánico y otras variedades) y eran incapaces de mantener una conversación en el llamado “idioma nacional”. En 1635, la *Académie française* o “Academia Francesa” fue fundada para estandarizar y vigilar el idioma, y prevenir que surgieran cambios innecesarios en el contacto exterior (léase “con el extranjero”). Dos grandes cambios que promovía era la estandarización de la pronunciación de las palabras, que implicaba elegir qué pronunciación de los dialectos era la “correcta”, y la estandarización de la ortografía (antes, las palabras se escribían como eran pronunciadas, lo cual podría ser diferentes en diferentes lugares).

En los siglos subsiguientes, el Gobierno francés lanzó una campaña nacional para universalizar el uso del francés en toda Francia y poner un fin a las variedades regionales del idioma. El resultado inmediato de esta iniciativa nacional fue el bilingüismo, ya que las personas usaban francés en situaciones formales, como la escuela y el trabajo, pero preferían usar su variedad local en situaciones más informales. El Gobierno francés también impuso la gramática dictada por la Academia Francesa para toda la documentación oficial, que incluía exámenes, documentos administrativos e incluso el acceso laboral. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, los soldados en Francia fueron agrupados por nacionalidad en lugar de hacerlo por región, algo que fue ampliamente facilitado por su habilidad de comunicarse en un idioma en común.

Cómo se expandió el francés en todo el mundo

Durante los siglos XVII y XIX, Francia estableció colonias en América del norte, el Caribe, India, África, Indochina y el Pacífico Sur, y trasplantó su idioma y cultura junto con su presencia política. El resultado lingüístico de este contacto fue que el francés fue impuesto a la fuerza en estas comunidades, a menudo creando lenguas criollas basadas en el francés, como el criollo haitiano, el criollo antillano o el criollo mauriciano, que siguen siendo habladas hoy en día, mucho tiempo después de independizarse políticamente de Francia.

Mientras tanto, en Francia, la campaña para homogeneizar a los ciudadanos franceses y convertirlos en solo hablantes de francés casi había resultado: los vestigios de los idiomas regionales antiguos y las variedades existen aún casi en su totalidad en los acentos regionales usados para hablar el francés estándar. Esta variante *neutral* (según la llaman), utilizada a menudo por noticiarios, es descrita a menudo como proveniente de Tours (una ciudad en el noreste de Francia), pero es esencialmente igual a otras variedades del norte francés, a veces también llamada francés “parisino” o “metropolitano” (¡la fama de la ciudad de mercado sigue viva!)

Vive le franglais! (mitad francés, mitad inglés)

En los últimos años, el francés, como muchos otros idiomas, ha tomado préstamos del inglés que se han popularizado en sectores donde la cultura del idioma inglés ha sido dominante, como la tecnología, los negocios y la cultura pop. Palabras como *un e-mail*, *un meeting* y *un happy ending* (“un final feliz”, como los de Hollywood) son tan comunes en el francés del siglo XXI como *la révolution* y *une baguette*. La Academia Francesa del siglo XVII todavía existe, y gran parte de su labor es crear y prescribir equivalentes franceses de los préstamos del inglés, en un intento por evitar eso que perciben como una influencia lingüística indeseada. Por eso, proponen en su lugar el uso de alternativas más francesas: *un courriel* (“un correo electrónico”), *une réunion* (“una reunión”), *une fin heureuse* (“un final feliz”) para los términos que nombramos antes. Quizás no te sorprenda, pero estos intentos por controlar el idioma han fracasado fabulosamente.

Quebec tiene su propia academia de idioma francés, conocida como la Office québécois de la langue française (OQLF), que hace algo similar y tiene su propia tolerancia con los préstamos del inglés (¡sorprendentemente, mucho más baja que la de Francia!) Por ejemplo, *un smartphone* es un término aceptado en Francia, pero es demasiado inglés en Quebec; en su lugar, prefieren el término *un télephone intelligent*. Los intentos del OQLF de controlar la influencia del inglés en la Canadá francesa son un poco más respetados en Canadá que los de la Academia Francesa en el resto del mundo (gracias a la agresiva campaña de planeación del idioma francés de Quebec en el siglo XX), pero esta es solo una solución temporal y poco auténtica para la inevitable realidad del contacto y mezcla de los idiomas.

El francés sigue su marcha

Ahora que leíste todo acerca de la historia del francés y cómo ha absorbido naturalmente palabras de diferentes idiomas y culturas con solo unos breves períodos de contacto sostenido en el tiempo, seguro dirás *honhonhon* (es decir, te reirás en francés) cuando sepas que no hay leyes suficientes que impidan su movimiento, porque un idioma es una entidad que vive y respira, tan diversa como la comunidad de hablantes que lo usan. A medida que aprendas este glorioso tapiz lingüístico tejido por galos, ligures, romanos y tribus germánicas, ¡ten la certeza de que hay mucho más francés que el que pueden ver tus *yeux* a simple vista!